Copetín en el campo vecino, ese
era el programa previsto para la tarde de calor en la sierras de Balcarce.
Sin saber muy bien quien estaba
en el campo vecino de mi edad, era el mejor plan que tenía para matar el tiempo
vacacional. También hubiese podido quedarme en donde estaba comiendo piñones
con mi hermano, a quien no pudimos convencer para ir a comer unos maníes y
tomar una cervecita fría.
Si bien a los vecinos los
conocemos de toda la vida, y tenemos un grado de parentesco aunque muy lejano,
solamente nos vemos una vez al año con suerte, o tal vez en algún casorio
mechado en el año.
Luego de la puesta en órbita de
rigor, ponernos al día con el estado general de nuestras respectivas familias,
y una recorrida por las nuevas instalaciones (en este caso, la pileta) todos
empezamos a disfrutar de un riquísimo copetín. Si bien yo era la única
integrante sin muchas canas en esa velada (hasta el momento, porque después
llegaron dos chicos de mi edad) debo reconocer que yo con una cervecita fría y
unas papas fritas, soy absolutamente feliz!.
Queso va, maní viene, se hicieron
las 21,30, momento en el que creímos ocurrente emprender la retirada, y volver
a nuestra casa a seguir comiendo, en este caso la cena, ya que estábamos
pasados media hora del horario habitual en el que comen los ingleses, y como
nosotros tenemos una educación muy British, almorzamos a las 13.00, tomamos el té
17,00 comemos a las 21,00 prolijamente
sin saltear ninguna de estas comidas, aun después de haber tomado un copetín
por demás abundante.
Cuando nos estábamos levantando
para ya irnos, a alguien se le ocurrió hacer un último chiste, que produjo una
risa generalizada. Acto seguido, una de mis tías (prometí mantener su identidad
oculta) pega un grito y dice ¡Nadie se mueva! ¡No caminen! En un momento pensé
que se le había ocurrido asaltarnos a todos, pero no…
-¿Qué paso?- Nos preguntábamos
todos. Casi con desesperación dice – Es que se me cayeron cuatro dientes, y no
quiero que nadie los pise… Todos empezamos a reírnos mucho con la situación, y
entre tentados y con ganas de encontrar los dientes nos pusimos en cuatro patas
a buscarlos por todos lados. – ¡¡¡¡Busca en la bandeja que se llevaron a la
cocina!!!.-
Para mis adentro pensaba, ojalá que
aparezcan, pero si los encuentro no los agarro ni loca!!!!!!. Después de unos
minutos, cuando estábamos por abortar la misión, ya que casi no veíamos nada,
finalmente aparecieron!!!! Cuatro dientitos en el lugar menos pensado que
encontré yo!!!!
Luego de festejar el encuentro de
los dientitos, emprendimos la vuelta a casa
meta risa meta, risa, cinco en un auto encerrados se nota que, a alguno
de los allí presentes tuvo otro tipo de pérdida, un poco más olorosa….
Empezamos a buscar al culpable de
tremendo olor, y a quien se le habían caído los dientes momentos antes dice: A Noooooo,
a mí se me caerán los dientes pero otra cosa no!!!!!
no puedo parar de reirme................sera que fui testigooooooooo jaja
ResponderEliminarSin haber sido testigo, igual me estoy riendo. Felizmente, aparecieron los dientecitos.
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